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CIENCIAS GEOGRÁFICAS Y ASTRONÓMICAS Y CIUDADANÍA ACTIVA: Un poco de historia

El hombre siempre ha necesitado: explorar, medir y dibujar los lugares donde vive o donde llega, tanto horizontalmente, como verticalmente por eso tenía que crear una familia de instrumentos que sirviesen para tal fin.
 
Los resultados obtenidos son: los mapas, gráficos, planos, y, éstos, sirvieron, sirven y servían para comunicarse entre las gentes de los pueblos, para realizar construcciones: civiles, militares, religiosos, catastrales y otras.
 
Por eso los Faraones, Reyes, Papas, Emperadores, Jefes de estado, Jefes militares, y gobiernos en general, sabían de la importancia de la medición y control terrestre, no dejando de medir y explorar tanto en nuestro planeta como fuera de él. El desarrollo de la Matemática, la Geodesia y de la Astronomía fueron responsables de los avances de la Cartografía  y la Geografía como ciencias desde épocas tempranas.
 
La importancia de la Cartografía radica además, entre otras cuestiones, en el hecho de ser la representación cartográfica una expresión de humanidad fundamental. La concepción que la Cartografía encierra configura la imagen que adquiere la persona del mundo y responde a la necesidad de plasmar la relación del hombre con lo que le rodea, con la naturaleza y el entorno inmediato, con otros grupos humanos y, sobre todo, con su lugar en el mundo. 
 
Se trata de un tipo concreto de expresión y de comunicación que se encuentra presente en casi todas las culturas, y cuya aparición es independiente de la escritura ya que fue utilizada por pueblos no europeos y culturas primitivas que no llegaron a desarrollarla. Sin embargo, será en la Europa del Renacimiento y de acuerdo a la caracterizada producción científica de dicha época, cuando la Cartografía alcanzará un punto culminante en el proceso de desarrollo histórico, cuando converjan las tres vertientes del proceso impulsor de dicho desarrollo, que fue en muchos casos paralelo al proceso sufrido en la evolución de la Geografia como ciencia. Esta, desde la Antigüedad, siguió tres tendencias clásicas: la corográfica o descriptiva, siguiendo la corriente de Herodoto, Estrabón y P. Ponponio Mela; la matemática-astronómica o de Geografía General, en la línea de Ptolomeo; y, sobre todo la cartográfica.   
 
La Cartografía es una de las primeras manifestaciones abstractas del conocimiento humano, encaminada a la representación y descripción sintética del mundo, basada en datos empíricos instrumento básico de la Geografía, así como la base para el estudio y conocimiento científico de la Tierra. La Cartografía se ha utilizado con una doble vertiente: el mapa-instrumento, que tiene como objeto representar diversos puntos y accidentes de la Tierra y la relación que establece entre ellos el hombre, tratándose entonces de un artículo destinado a una utilidad inmediata; y, de otra parte, como el mapa-imagen, que remite al imaginario colectivo a la representación de las ideas cosmogónicas de cada cultura. En cualquiera de ambas funciones la representación cartográfica constituye una expresión humanística por excelencia, que ha venido utilizando desde sus orígenes multitud de formas y soportes (madera, arcilla cocida, piedra, pieles curtidas, huesos, corteza de árboles, tejidos vegetales, papel.....).
 
El desarrollo de la Matemática y de la Astronomía fueron responsables de los avances de la Cartografía desde épocas tempranas ya en el Antiguo Egipto, donde en papiros se representaban los territorios nubios en los que se explotaban las minas de oro, constituyendo representaciones de rutas de trasporte.
 
La antigua cartografía de Extremo Oriente también acumuló producciones y ejemplos notables, como los extensos mapas regionales trazados en seda y fechados en el siglo III a.C. en China. Será sin embargo en la Europa Occidental y en concreto de la mano de los filósofos y geógrafos griegos del mundo clásico mediterráneo, donde nazca el embrión del desarrollo de la Cartografía basada en conocimientos empíricos y en una metodología racionalizada que supuso el establecimiento de las primeras directrices para la representación científica de la superficie terrestre.
 
Aunque la concepción del mundo griego no superaba casi el ámbito de los países mediterráneos, en Asia Menor, Tales y otros filósofos griegos protagonizaron esta innovación y comenzaron a dividir el mundo en cielo y tierra, y admitieron la idea de la esfericidad de la Tierra. Según Herodoto y Estrabón el comienzo de la cartografía griega puede situarse en los primeros geógrafos y filósofos jónios, como Anaximandro de Mileto (siglo VI a.C.), a quien se le atribuye el trazado del primer mapa de la Tierra. Anaximandro se planteó científicamente la cuestión del origen del Universo, la Tierra y sus habitantes, y llegó a deducir la procedencia marina de todos los seres vivos y el origen del ser humano a partir de otras especies animales. Este primer mapa que representaba el mundo conocido, surgió de la observación natural de la Tierra, tenía forma circular y mostraba el mundo conocido agrupado en torno al mar Egeo y rodeado por el océano. Hecateo de Mileto discípulo del anterior (siglo V a.C.), considerado el “padre de la Geografía”, perfeccionó los mapas y añadió líneas imaginarias como ayuda para facilitar la orientación respecto de los puntos cardinales. 
 
Ambos representaban la Tierra, con forma circular, pero como un disco plano, que comprendía los tres continentes conocidos o Ecúmene (Europa, Asia y África) a cuyo alrededor estaban las aguas de un océano circular sobre las que parecían flotar. Este tipo de mapa-disco, que enlaza con la tradición babilónica, tuvo una larga descendencia en la representación del Orbis Terrarum del mundo clásico. La idea de que la Tierra es una esfera y no un disco plano fue enunciada por Pitágoras, pero no lo demostró científicamente sino que realizó la justificación de tan atrevida teoría en un concepto filosófico. La persistencia en esta idea en historiadores como Herodoto y otros pensadores y filósofos de la talla de Sócrates, Platón y Aristóteles, potenciaron  que la humanidad experimentara el segundo gran cambio de su imagen.
 
Eratóstenes de Cirene, director de la escuela de Alejandría, llevó a cabo una medición de la Tierra que demostró irrefutablemente su redondez, y calculó su perímetro con tal precisión que se alejó del valor real en menos de un 1%. Su técnica era tan sencilla como revolucionario fue el resultado. Para ello inventó y empleó un método trigonométrico, además de las nociones de latitud y longitud ya introducidas, al parecer por Dicearco, por lo que bien merece el título de padre de la Geodesia. Por referencias obtenidas de un papiro de la biblioteca de Alejandría, sabía que en Siena (hoy Asuán, en Egipto), el día del solsticio de verano los objetos no proyectaban sombra alguna y la luz alumbraba el fondo de los pozos; esto significaba que la ciudad estaba situada justamente sobre la línea del trópico de Cáncer, y su latitud era igual a la de la eclíptica que ya conocía. Eratóstenes, suponiendo que Siena y Alejandría tenían la misma longitud (realmente distan 3º) y que el Sol se encontraba tan alejado de la Tierra que sus rayos podían suponerse paralelos, midió al siguiente año la sombra en Alejandría el mismo día del solsticio de verano al mediodía, demostrando que el cenit de la ciudad distaba 1/50 parte de la circunferencia, es decir 7º 12' del de Alejandría; según Cleomedes, para el cálculo de dicha cantidad Eratóstenes se sirvió del scaphiumgnomon  (un proto-cuadrante solar). Posteriormente, tomó la distancia estimada por las caravanas que comerciaban entre ambas ciudades, aunque bien pudo obtener el dato en la propia Biblioteca de Alejandría, fijándola en 5000 estadios, de donde dedujo que la circunferencia de la Tierra era de 250.000 estadios, resultado que posteriormente elevó hasta 252.000 estadios, de modo que a cada grado correspondieran 700 estadios. Eratóstenes obtuvo un valor muy aproximado al real para un grado de meridiano (110 km frente a los 111 km verdaderos), lo que confería a la circunferencia polar un perímetro de 39.614,4 km, frente a los 40.008 km considerados en la actualidad, es decir, un error menor del 1%.
 
Hay que destacar que en el s II d.C., en el viejo puerto fenicio de Tiro, el geógrafo y cartógrafo griego Marino, profundizó en las enseñanzas de Eratóstenes y perfeccionó las líneas de orientación, sustituyéndolas por un sistema ortoédrico de líneas equidistantes que dividía la Tierra de arriba hacia abajo en ocho meridianos (klimatas),      y de izquierda a derecha en paralelos. Para ello se apoyó en Hiparco, estudioso de las Ciencias Naturales y fundador de la Astronomía científica, quien había reprochado a Eratóstenes carecer de suficientes bases astronómicas, proponiendo una división de la red de coordenadas geográficas en 360º. Su obra original, perdida por completo, fue no obstante utilizada extensamente por Claudio Ptolomeo para la realización de su Geographia, e igualmente fue citada por el geógrafo árabe Al-Masoudi. Gracias a ellos hemos podido conocer las importantes aportaciones realizadas por Marino de Tiro.
 
Ptolomeo, astrónomo y matemático, fue otro de los máximos exponentes de la Geografía y de la Cartografía clásicas. Continuador directo de la metodología griega. Hacia el año 150 d.C., el sabio griego escribió su Geographia, compuesta por 8 volúmenes, que contenían una tabla de coordenadas geográficas, una extensa relación de unos 8000 nombres de lugares con latitudes y longitudes para determinar su posición, a modo de guía vademécum, y mapas del mundo. Trabajó en la biblioteca de Alejandría recopilando fuentes del saber de toda la cultura grecorromana y desarrolló en el primer Atlas Mundial los principios de la Cartografía General y la resolución de las proyecciones. Éstos fueron los primeros mapas en los que se utilizó de forma matemática un método preciso de proyección cónica; de los ocho volúmenes dos de ellos tratan de los principios teóricos de cartografía, geografía, astronomía, matemáticas y proyecciones.
 
Desde fines del primer milenio se conocían en Europa los trabajos de la cartografía árabe y el Almagesto (nombre árabe del tratado de astronomía del Atlas de Ptolomeo), que fue reproducido muchas veces en el mundo musulmán. Con las noticias provenientes de las lejanas expediciones conquistadoras y misioneras emprendidas por los musulmanes, se ampliaron los conocimientos generales acerca de la constitución de la Tierra. La irrupción de los mongoles en Europa a comienzos del s. XIII también contribuyó a abrir los ojos a los cartógrafos que se dieron cuenta que el mundo era extenso. Al final del siglo, Marco Polo relató sus viajes a China, Vietnam, Malasia, Sumatra, Ceilán, y Europa experimentó una gran conmoción y tuvo que abrir su cerrada concepción geográfica del mundo. Poco a poco se fue volviendo a la cartografía de Ptolomeo, a cuya imagen del mundo, basada en la esfericidad de la Tierra, prestaron su atención grandes pensadores como Roger Bacon o Alberto Magno.  
 
Con todo, la Iglesia mantuvo hasta las vísperas del colonialismo, su imagen geográfica del mundo desfasada y mil veces refutada. La Inquisición solía plantear una duda a los acusados de herejía, cuya respuesta les delataba, de acuerdo a su imagen del mundo: la existencia de las antípodas. Solo un seguidor de la “pagana” concepción afirmaba que la Tierra era una esfera y podía admitir que la superficie habitada conocida entonces tenía una parte opuesta sobre la que podían vivir seres humanos. Los defensores de estas ideas, filósofos y médicos, fueron torturados y proscritos.
        
El cambio de mentalidad vendría del ámbito mediterráneo. En el s. XIII, las ciudades de Barcelona y Valencia, junto con la isla de Mallorca, pasaron a formar parte de la corona de Aragón. Allí se desarrolló una intensa actividad comercial que llegó hasta Siria, Egipto y Marruecos, es decir hasta el interior del mundo árabe. La cartografía tomó un nuevo rumbo: podía prescindir de las ideas y prescripciones cristianas porque lo que se pedían eran cartas prácticas que facilitaran a los navíos dar con su ruta en alta mar y llegar a sus objetivos comerciales. La ciudad de Palma, en la isla de Mallorca, se convirtió en el centro de elaboración de aquella nueva cartografía, de carácter estrictamente útil, circunscrita al ámbito de la navegación. Allí se fueron agregando todas las noticias e informaciones acerca de la situación y el tamaño de los mares conocidos y se elaboraron nuevos mapas marinos.  
 
 Los navegantes mediterráneos, entre los que destacaban los mallorquines, comenzaron aproximadamente en el siglo XIII a preparar cartas marítimas, generalmente sin meridianos o paralelos, pero con unas líneas que mostraban la dirección entre los puertos más importantes. Las ciudades de Génova y Venecia se sumaron a Palma de Mallorca y Valencia, convirtiéndose en esta época en los centros de producción cartográfica durante los dos siglos siguientes. Esta actividad desembocaría en una tarea realmente próspera.
 
Estos mapas se denominaban portulanos. La cartografía náutica medieval se desarrolló a partir de los portulanos por necesidades prácticas derivadas de la potenciación y de la importancia alcanzada por la navegación y el comercio, con la ayuda de los primeros instrumentos técnicos de medición y de orientación (el astrolabio y la brújula),que permitirían el desarrollo de una cartografía basada en cálculos serios de la posición del navío y de las distancias entre puertos.
 
En el año 1200 se logró en Inglaterra magnetizar el hierro, y cien años más tarde ya se había inventado la brújula, práctica y manejable, gracias a la cual los barcos podían abandonar la costa, dejando atrás la navegación de cabotaje y lanzarse a su destino a mar abierto. Las cartas náuticas se convirtieron en preciadas mercancías de cuya ejecución y venta podían vivir los cartógrafos; la elaboración de los mapas dejó en aquellos momentos de estar en manos de filósofos, teólogos e historiadores, y pasó a manos de los talleres de cartógrafos. Allí coincidían todas las noticias, e informaciones de la situación, y tamaño de los mares conocidos y se elaboraron nuevos mapas marinos, en los que se corrigieron errores y se prescindió de las grandes discusiones acerca de la imagen del mundo.
 
 
 Tres hechos principales promovieron definitivamente la eclosión de la cartografía moderna: a) la revolución comercial y la evolución de las artes náuticas a lo largo del siglo XV, que permitió arriesgarse a salir a alta mar y navegar en altura sin demasiado riesgo de perderse en el océano y no poder regresar al puerto de origen; b) la invención de la imprenta y la divulgación de la de la obra de Ptolomeo, que abrió el camino de la geografía científica y permitió, gracias a las técnicas de reimpresión, reproducir y actualizar los mapas a un coste muy asequible, incorporando de inmediato los más recientes descubrimientos; c) los viajes de exploración y los descubrimientos de los portugueses en la ruta del Este, bordeando África y el sur de Asia, y de los españoles por el Oeste, descubriendo América y el Pacífico.
 
La inquietud geográfica a lo largo del siglo XV estaba estrechamente relacionada con el interés económico y comercial y se centraba en las rutas de comunicación entre Oriente y Occidente. El comercio mediterráneo sufrió una continua recesión en la segunda mitad del siglo XV, las rutas que comunicaban el interior de África con los puertos norteafricanos estaban controladas por el Islam y cuando, además, el Imperio Otomano tomó el control de las rutas terrestres entre Europa y Asia, el comercio terrestre se vio seriamente comprometido para los reinos cristianos, que optaron por buscar nuevas expectativas en  el desconocido y tenebroso Atlántico.
 
A la influencia de la corriente humanista de los ss. XV y XVI se suma el máximo poder político e interés imperialista que corresponde con el máximo desarrollo de la geografía y la cartografía. Así en la primera mitad del s. XVI, el conocimiento de lo geográfico había dejado de ser un derivado accidental de la actividad de navegantes y mercaderes, ya que las expediciones estaban muy bien proyectadas. Los mapas y portulanos que estaban reservados para los iniciados, comerciantes y militares comenzaron a ser ampliamente difundidos; el mismo Estado intervenía para combatir a la cartografía anticuada. De otra parte, el progreso de la geografía se orienta hacia dos cometidos: ampliar el horizonte geográfico a través de los descubrimientos y elaborar una ciencia. España contribuiría decisivamente en mambos campos por su hegemonía material, política y geográfica. Figuras como Juan De la Cosa, gran cartógrafo y navegante   que
 acompañó a Colón, Alonso de Santa Cruz, el Bachiller Enciso, Nuño García Toreno y Diego Ribero, constituyen destacados ejemplos, que se reunieron en torno a la Casa de Contratación de Sevilla, encargada de organizar en aquellas fechas la actividad cartográfica.     
 
Posteriormente el Renacimiento como amplio movimiento de revitalización cultural comportó grandes cambios en el campo general de la ciencia, y la Cartografía y la Geografía no fueron ajenas a este fenómeno.
 
La reactivación del conocimiento, tras el proceso de estancamiento causado por la mentalidad dogmática y la vuelta a la cultura clásica y a las fuentes grecolatinas comportó los cambios derivados del antropocentrismo cultural. A ello se sumará el fuerte avance en descubrimientos científicos y la expansión mundial con las conquistas ultramarinas. La era de los descubrimientos geográficos en América, Asia y África, y del dominio de las rutas marítimas ante el descubrimiento del Nuevo Mundo, fundamentaron la expansión política y económica de los estados europeos. Esto marcará la expansión de la cultura europea y la ruptura de la concepción e imagen medieval del mundo que se había venido plasmando hasta ese momento en la cartografía con un marcado carácter geocéntrico. 
 
La segunda mitad del s. XVI y el s. XVII marcan el paso al segundo plano de las enseñanzas de Ptolomeo, y adquiriendo mucha mayor importancia las Tabulae Modernae;  las novedades dejaron de ocupar una situación accesoria para situarse en primer plano. De esta época son representativos los grandes atlas que se editaron y reeditaron y cuyos máximos exponentes fueron las obras realizadas por los holandeses convirtiendo, a Ámsterdam en el núcleo principal de la cartografía de finales del XVI y del XVII.
 
Holanda iniciará su apogeo marítimo y cultural con los grandes exploradores, convirtiéndose en el más destacado centro geográfico europeo, donde florecieron los más brillantes cartógrafos e hidrógrafos de la época con la fundación de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, en 1602, como hito inicial. Esta creó su propio departamento cartográfico y lo dotó del personal adecuado. Entre otros nombres destacados, encontramos a Jansonio, Ortelius, Mercator, Blaeu y Frederik de Wit. La nómina de autores holandeses de esta época es impresionante y de entre todos destacaremos a dos, por suponer una clara vinculación de la  cartografía del humanismo con la cartografía y astronomía moderna y contemporánea. 
 
La precisión de los mapas posteriores aumentó mucho debido a las determinaciones más precisas sobre latitud y longitud geográficas y a los cálculos sobre el tamaño y forma de la Tierra. Los primeros mapas en los que aparecían ángulos de declinación magnética se realizaron en la primera mitad del siglo XVII, y las primeras cartas que mostraban las corrientes oceánicas se realizaron hacia 1665. En el siglo XVII se establecieron los principios científicos de la cartografía y las inexactitudes más notables de los mapas quedan constreñidas a las partes del mundo que no se habían explorado.
 
El desarrollo de los instrumentos de navegación, capaces de medir ángulos de referencia con exactitud, y el disponer de cronómetros lo suficientemente precisos, requirió un largo proceso de gestación, en él que la participación española tuvo un escaso papel, siendo refractaria la España de los Austrias a las novedades de los tiempos modernos. En la segunda mitad de s. XVII destaca la creación de la Academia de las Ciencias de París, que pasaría a convertirse en la institución científica mas importante de Europa, mientras que en Inglaterra Carlos II fundaba el Observatorio de Greenwich, en 1674, propiciando la extraordinaria actividad Cartográfica de Gran Bretaña en el s. XVIII.
 
Los hombres de la Ilustración volvieron a mirar el mundo con ojos nuevos, lo inventariaron y analizaron, pero tardarían en desarrollar aplicaciones prácticas desde la teoría. Las múltiples expediciones científicas de los ss. XVIII y XIX y los avances técnicos no supusieron el nivel de impacto en el avance cartográfico que tuvo el Humanismo, habrá que esperar a los profundos cambios de finales del s. XX para iniciar una nueva etapa en la ciencia cartográfica que se diferencia sustancialmente de todas las precedentes, experimentado una serie de importantes innovaciones técnicas, vinculadas a las necesidades militares y estratégicas de los estados, a los avances técnicos en general, y a los fotográficos y de la navegación aérea en particular. La aparición de la fotografía aérea y su posterior desarrollo generalizado, durante la I y II Guerra Mundial en la elaboración de mapas supuso grandes cambios.
 
El salto posterior en la evolución de la ciencia y técnica cartográfica y geográfica se produjo con la crisis energética y el desarrollo de la actividad espacial en la década de los años sesenta del s XX. Los Estados Unidos, que lanzaron en 1966 el satélite Pageos y continuaron en la década de 1970 con los tres satélites Landsat, a los que les han sucedido un numeroso y continuo grupo de satélites con fines de investigación, gubernamentales o comerciales. Estos han  permitido la realización de estudios geodésicos, geológicos, climáticos y geográficos completos de la superficie terrestre por medio de equipos fotográficos de alta resolución colocados en esos satélites. La incorporación de los avances informáticos y su aplicación a la cartografía así como el incremento de precisión y nivel de resolución de las imágenes que aportan los satélites han sido determinantes. Actualmente la incorporación con tecnología de vanguardia de la Agencia Espacial Europea contribuye a la mejora y optimización de los resultados de la técnica cartográfica. 
Sin embargo y a pesar de los grandes avances técnicos y de los conocimientos cartográficos, quedan aún por realizar estudios y levantamientos topográficos y fotogramétricos de áreas de la superficie terrestre como el Amazonas, o regiones de África  cuyo estudio de detalle, queda aún a expensas de su inaccesibilidad terrestre o su inestabilidad social, lo que impide su reconocimiento y trabajos de levantamientos topográficos, nivelación y cartografía de detalle y precisión.